El último libro
El grupo especial de policía
del estado tenía fundadas sospechas, no había duda alguna de que el anciano
tenía, o sabía dónde se encontraba aquel objeto maldito.
De nada sirvieron los
interminables interrogatorios; técnicas que solo se aplicaban a terroristas del
más alto nivel. El desdichado no les facilitó de ninguna manera la información
que requerían de él.
Como último recurso, y a la
espera de nuevas y más crueles sesiones, le enviaron a una sombría celda. Antes de
encerrarlo pasó por la obligatoria ducha de agua fría.
Allí estaba el codiciado objeto
a la vista de sus verdugos: no quedaba un centímetro de su piel sin tatuar.
Después de ser despellejado,
el libro, aún vivo, fue arrojado al montón destinado al fuego purificador.
Solo estaba permitido el libro digital.
Solo estaba permitido el libro digital.
4 comentarios:
Espero que un mundo así no llegue nunca y que el libro escrito en un soporte que pueda tocarse -aunque sea en la piel de un viejo- siempre exista. Pero la era digital es imparable. Me ha gustado el texto, que, aunque lleva a una situación extrema fruto de la imaginación del autor, permite reflexionar sobre el futuro del libro impreso en papel.
Manolo, gracias por leer y comentar mi texto.Seguro que no se llegará a tanto pero la tentación del autor por plantear situaciones límite es irrefrenable.
Saludos.
Esta noche tendré pesadillas. Ciertamente lo digital nos ha facilitado mucho la existencia, pero no quiero ni imaginar un mundo sin lecturas sobre papel. Abrazos.
Salomé, gracias por pasarte por aquí y comentar. Esperemos que mi texto se quede en esa exageración que planteo y no vaya más allá. seguro que siempre podremos disfrutar del libro de papel.
Un abrazo.
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