Esta fotografía tiene 58 años. Está hecha en un día de mercado en mi pueblo, Albox (Almería). En ella aparecemos: mi tío Pedro y mi tía Juana (detrás y en pie), mi abuela Ángeles y mi abuelo Antonio (sentados) y sobre sus rodillas estamos mi primo hermano Antonio -protagonista de mi novela "El Prisco y compañía"- y yo mismo sobre las rodillas de mi abuelo, todos por parte materna.
Poco tiempo después de esta fotografía nos vinimos a Cataluña, todos menos mi abuelo que el pobre no sabía que le quedaban meses de vida.
Actualmente, de los que aparecemos en ella, quedamos mi primo y yo, con cincuenta y nueve y sesenta años ya, y mi tío con más de setenta.
Cuando uno observa estas fotos antiguas se da cuenta que en realidad la vida es larga; cuando la miro me parece algo de hace siglos, me cuesta mucho reconocerme en esa fecha, en ese entorno, en ese cuerpecito de niño. Me parece imposible que seamos nosotros.
Y me da la impresión de que he vivido mucho, mucho tiempo y que no me vale aquello de "El tiempo pasa volando", "La vida se va en un soplo", “...Son cuatro días...".
No, son muchas vivencias y un tiempo muy largo que no siempre se sabe aprovechar.
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