martes, 18 de septiembre de 2012

Todos somos escritores (Algunos incluso escribimos)



Firma de libros de Andrés Hernández y Jesús Caudevilla



Es curioso cómo afecta a los demás esto de que uno le dé a la pluma (a la de escribir). Lo digo porque he podido comprobar que no hay una sola vez en que salga a relucir mi afición por las letras (siempre es porque el otro lo descubre, no porque vaya yo alardeando de ello por ahí) que no me encuentre con la misma cantinela por parte de mi interlocutor: “Yo es que no tengo tiempo”. “Muchas veces he pensado en escribir una historia que tengo pensada hace mucho”. “¡El día que yo me ponga a escribir mi vida…!”, etc. ¡Todos!, todos tienen una vida interesantísima que podría muy bien convertirse en una gran novela. Todos, todos tienen en mente escribir un libro pero les falta tiempo.
Punto uno: A casi nadie le interesa la vida de nadie a no ser que sea una estrella de cine, un artista o algo similar. Con ese fin se inventó la literatura, para crear ficción; presentar la vida de una forma más fantástica y amena, no una vida tediosa y aburrida, que es la de la mayoría de todos nosotros.
Punto dos: No es la falta de tiempo el impedimento principal para lanzarse a la aventura de escribir. No. Es la falta de decisión, ilusión, ganas y tener una mínima cualidad para ello. Hay personas que tienen un talento innato para contar chistes. Otros para cantar, dibujar, hacer piruetas gimnásticas…y luego los hay que se sienten escritores desde que tienen uso de razón. La cosa está clara: O se tiene o no se tiene.
Como dice mi amigo y colega literario Jesús Caudevilla: “Cuando les preguntas si han escrito algo alguna vez dicen que no. ¡Quieren ser escritores sin haber escrito nunca un solo folio en su vida! ¡Es como querer ser Messi sin haber jugado nunca al fútbol!, sin esfuerzo alguno".
Esta mañana me decía alguien conocido, y después de descubrir por primera vez en años que he escrito algunos libros, que si yo le escribiría su vida (otro que tal, el caso es no esforzarse; que se lo haga otro), su interesantísima vida.
Le he respondido descaradamente que no. “¿Tú dictándome y yo escribiendo? Eso no tiene valor alguno. El escritor se siente realizado creando él, no escribiendo al dictado”. Le he alentado a que se ponga él a hacerlo si tan extraordinaria considera que ha sido su vida.
Todo el mundo cree que lleva un escritor dentro (tal vez conozcan aquella célebre frase- ahora no recuerdo si es de Vargas Llosa- “Escritor es todo aquel que escribe”) y que si se decidiera (y tuviera tiempo) sorprendería lo que dijera, sería un éxito total de ventas.
No tienen la menor idea de lo difícil que resulta llenar las páginas en blanco y además hacerlo de manera soportable para el lector. No se hacen una idea de las dificultades que el escritor encuentra en cada frase, cada palabra hasta componer una armonía , un ritmo y una musicalidad en cada frase, en cada expresión o descripción que haga que el lector se sienta animado a seguir adelante.
Desconocen que el lenguaje hablado, coloquial y cotidiano no sirve más que para los diálogos de los personajes (y no para todos por un igual) mundanos. Que hay que diferenciar entre el narrador y los personajes. Que cada uno de ellos tiene su propia voz. Que hay un lenguaje literario y otro para comunicarnos con los demás físicamente.
Solo saben que tienen una gran historia que contar, su propia vida; algo que tiene que interesar, sin duda alguna, a todo el mundo.
Precisamente el personaje de esta mañana no habla de otra cosa que no sea sexo. Ese es todo su mundo: mujeres, mujeres y más mujeres. Es de los que lo único que les interesa de ellas es lo que tienen entre las piernas, nada, ni una sola palabra de sentimientos; sexo y más sexo, conquistas y machismo a raudales. ¡Qué gran Bestseller! Seguro que le daban el Nobel.
¡Pobre infeliz!
Luego está la otra parte; cuando empiezan a interrogarte con la única intención de quedarse tranquilos, de averiguar la verdad sobre tu autoría en lo que escribes: “¿Todo eso te lo escribe alguien? Quiero decir; ¿tú das la idea y alguien te lo escribe?”, me preguntó ayer mismo un conocido (buen hombre por cierto, sin maldad). No puede ser que yo, un igual, sea capaz de escribir una novela cuando para él eso sería una empresa casi imposible.
“¿Te inspiras en cosas que te cuentan?”, me pregunta la mayoría. No están dispuestos a aceptar que yo tenga algo que ellos no tienen, imaginación. Forzosamente tengo que inspirarme en cosas y casos de otros, yo soy igual a ellos, ¿cómo voy a tener ese talento para crear historias si a ellos no se les ocurre nada?
Y el broche de oro: Cuanto más cercanos a ti son más te cuestionan: “Te advierto que a mí no se me escapa ni una falta de ortografía, ya te diré las que he encontrado cuando lo termine”. Eso sí, de análisis del texto, argumento y demás nada.
También está lo de: “A mí no me la pegas, hay relatos en tu libro con un estilo casi de aficionado y de repente otro tiene un estilo que nada tiene que ver en la forma de narrar, en las descripciones tan afinadas, las expresiones…Estoy convencido de que algunos de los relatos de este libro no los has escrito tú, dime la verdad”.
Y para rematar está aquello de querer demostrarte que él lo habría hecho mejor: “Yo en esa historia hubiera cambiado la parte en que…” o “El final no me convence, yo le hubiera puesto…”
¡Todos!, todos somos grandes escritores, lo que ocurre es que somos muy pocos los que de verdad nos atrevemos a escribir (los demás es que no tienen tiempo).
Como dije en una presentación de uno de mis libros: “Escribir es un acto de valentía y de generosidad”. El que de verdad escribe, quien no se queda en el “yo escribiría…”, me entenderá.

PD. Soy consciente de que he generalizado y tengo que reconocer que los hay solidarios con el autor y admiran su atrevimiento, incluso te leen con admiración…o por lo menos con cariño.

9 comentarios:

Lluís dijo...

Casi todo el mundo pone de antemano su ego, su particular idea de si mismo, por encima de su particular idea de los demás.

Cuando se relacionan dos sujetos esta visión choca necesariamente con la de otro, ya que son contradictorias por definición.

Se crea uno bueno o malo, se tiende a infravalorar al prójimo en todo.

También en general, tal y como se ha conocido a la gente, uno tiende a etiquetarla y encasillarla en ese ámbito, y no le cabe otra faceta en la casilla que ha creado para él, si esa persona resulta que es escritor, médico o boxeador es algo que no tenia en cuenta, y se va a resistir a cambiar su idea de él, que a menudo es inferior a la de si mismo.

Pero para el escritor es fácil solucionarlo, el dia que el otro escriba tanto como lo has hecho tú ya hablaremos.

Anhermart dijo...

Lluís:
Siempre dando en la diana.Has dicho todo lo que yo quería expresar con muy pocas palabras, pero claro, ¡es que representa que el escritor soy yo! y estoy obligado a extenderme para hacer honor a ese oficio.
Has dado una definición del ego y sus circunstancias muy atinada. Gracias.
Un abrazo.

Teresa dijo...

Completamente de acuerdo. Yo no me considero escritora (ni por asomo), pero es curioso que cuando mi hermana leyó un relato mio, lo único que supo decirme fueron los errores ortográficos cometidos. Y ya lo remató cuando dijo que su marido también podría escribir, "porque tiene mucha imaginación". Le dije: pues adelante, así aprenderé. Nunca más se supo.

Gracias por tu visita.
Un saludo.

Anhermart dijo...

Teresa:
Es tal como dices la actuación más corriente de la gente que descubre que escribes.Es como si les molestara que te hayas adelantado a ellos porque también llevaban en la cabeza lo de ponerse a escribir. En vez de alentarte tratan de encontrarte el error o fallo.
Gracias por leer y comentar.

fonsilleda dijo...

Jajajaja. A ver, lo he pasado muy bien, pero es que, además, hoy que precisamente he pensado "voy a intentar retomar los blogs" (no sé si lo conseguiré), me encuentro con esta entrada tuya que tiene mucha enjundia.
Ayer, casi de madrugada, leía yo cosas mías que no recordaba y me encontré una falta de ortografía, pensé, mañana la corrijo y ahora no la encuentro. Jajajaja.
A mí una "buena amiga" me dijo una vez cuando le comenté que yo escribía: "para escribir hay que tener que decir", por lo tanto, estaba dando por sentado que yo de eso na de na.
Por otro lado, jajajaja, ahora que me fijo, ya puesta, me doy cuenta que yo dibujo, canto, hago gimnasia maravillosamente, soy modelo de pasarela, cuanto chistes como nadie...
En fin, queridiño, gracias por esta entrada que espero me empuje y disculpa el comentario larguísimo y ¿aburrido también?

Anhermart dijo...

Fonsilleda:
De aburrido tu comentario nada de nada. Me encanta tener noticias tuyas, y tus comentarios siempre los he tenido en cuenta.
Es así, los más cercanos son los que suelen darte más el palo (para que no se te suban los humos) suele ser por el motivo que digo en mi entrada; envidia. Sí, a mucha gente no le termina de cuadrar eso de que otros escriban por lo que se suelen quedar en lo superficial o en los comentarios con inquina y toda la mala intención. Pero eso nos suele resbalar bastante a los que tenemos esta afición y no nos desanima en absoluto y… seguimos y seguimos sin desmayo, ¡faltaría plus!
Me alegro de saber de ti, un beso.

josep dijo...

Hola Andrés He pasado a visitarte para agradecerte tu visita a mi blog y que te hallas quedado como amigo en el, aunque me hubiese gustado que me dieses tu opinión sobre lo que pudiste ver en el con algún comentario, pero otra vez será.
Tienes un blog estupendo y por lo que he podido ver eres un buen escritor ya que tienes libros editados que miraré de conocer para poder comprarlos y poder leerte. Enhorabuena por ello y por la firma de libros que espero fueran muchos. Te espero de nuevo por mis blogs y que esta vez me dejes tu opinión con algún comentario.
Un abrazo

Alma Mateos Taborda dijo...

Comparto lo que dices. Me gustó como lo has planteado y explicado. Muy bueno. Un abrazo

Anhermart dijo...

Alma:
Gracias por tu visita y comentario.
Un abrazo.