Para Pascual, propietario de Cuky, era algo normal en sus paseos matutinos hablar con su perrito. Uno cualquiera de esos días caminaba por el itinerario acostumbrado mientras iba diciendo: “Cuky, te tengo dicho que no me gusta que comas nada del suelo. Deja eso y tíralo de la boca. ¿No me oyes?, trae, dámelo. Así, venga, sé bueno y obedece. ¿No ves que luego te da diarrea y te pones malo? No sé como te lo tengo que decir; no haces caso de nada de lo que te digo, ¿me escuchas?, ¡pues parece que esté hablando con las piedras! No quiero reñirte, pero es que no haces ni puñetero caso de mis consejos; te entra por una oreja y te sale por la otra. Venga, haz caca que nos vamos a casa, que mamá estará preocupada por la tardanza”.
Detrás de Pascual, una señora de avanzada edad no pudo evitar oír la regañina, como tampoco pudo reprimir la necesidad de entrometerse:
—Perdone señor, ¿está usted hablando con su perro? —preguntó curiosa.
—Exactamente eso es lo que estoy haciendo, ¿porqué? —respondió Pascual molesto por la pregunta.
—Usted sabrá, pero no creo que el perro, por muy inteligente que sea, entienda lo que le está diciendo.
—Señora, mi perro entiende todo lo que yo le digo.
—¿Habla siempre con él? —insistió la curiosa.
—Sí—dijo categórico Pascual.
—¡Que yo sepa, los perros no hablan! —se escandalizó aún más la señora.
—¿Quién le ha dicho que él hable?
—Usted dice que habla con él.
—Eso es lo que he dicho, pero no que él me hable a mí —aclaró Pascual con mala uva.
—De todas formas el perro no le puede entender, señor —contestó la entrometida siguiendo en sus trece.
—¿Habla usted con su marido en ocasiones? —preguntó Pascual inesperadamente.
—¡Claro que sí!
—¿Y él le contesta?
—Normalmente no porque cuando le hablo siempre está leyendo el diario —dijo la señora ingenuamente.
—Estamos en lo mismo, ¿se da cuenta? Usted habla y él no responde, pero igualmente habla con él —resumió Pascual sarcásticamente con ganas de quitarse de en medio a la molesta impertinente.
La señora siguió su camino sin responder nada más, chasqueada y molesta consigo misma por meterse en camisas de once varas.
Pascual se dirigió a Cuky para decirle: “¿Has visto?, la gente no tiene otra cosa que hacer que interrumpir conversaciones privadas. ¡Lo que ocasiona la falta de comunicación!
No hay comentarios:
Publicar un comentario