viernes, 8 de julio de 2016

Condena cumplida






Todo comenzó algunos días atrás presintiendo su cercanía. Se sentía observado, estaba convencido de que así era. Más tarde la evidencia tras la sospecha no le dejó duda alguna, aunque sí un insondable pozo de tristeza y frustración en el corazón.

 Antes de salir a su encuentro se miró en el espejo, como si lo hiciera por última vez, se alisó el pelo con una mano y con la otra comprobó, de forma mecánica, la firmeza del cinturón.
Eran dos hombres; altos, de imponente aspecto y que parecían ser tan semejantes entre sí que se diría que eran clones.

Él no podría nunca salir victorioso en un enfrentamiento tan desigual. Además, era absurdo intentar librarse del acoso porque, en el improbable caso de que consiguiera deshacerse de sus perseguidores, vendrían otros dos a relevarlos y otros dos si fuera necesario…No había escapatoria posible. Debía rendirse, dejarse llevar sin oponer resistencia, sin condiciones.

Hacía ya algunos años que no se recreaba en recordar su otra vida. Esta que ahora tenía desde hacía casi veinte era su verdadera realidad. La otra, la que de nuevo se abría camino desde los rincones de su memoria, parecía no haber existido nunca. Pero, quisiera o no, debía volver a ella, y no solo en el recuerdo si no  físicamente.

El mundo al que en verdad pertenecía estaba a 200 años en el futuro. Un mundo que presumía de perfecto de manera engañosa; oficialmente no se reconocía que existiera el delito. Para sus  dictatoriales artífices era impensable aceptar que el Sistema fallara hasta el punto de crear rebeldes que transgredieran las normas de convivencia impuestas por ellos. Sin embargo ocurría, y lo hacía con frecuencia y eso dejaba al Estado en entredicho si llegaba al conocimiento popular.

 Al fin de una larga búsqueda de soluciones se optó por enviar a los perturbadores del orden a cumplir su condena en una época anterior a la suya. Ese era el caso de él y los años de condena impuestos se habían cumplido. Ahora los dos enviados debían conducirlo a su época en el futuro, sin más.

Nadie contó con que en esos años él había organizado de nuevo su vida; tenía esposa e hijos, un hogar y una profesión. También se había ido sintiendo cada vez más identificado con las reivindicaciones a las que su nuevo pueblo de adopción aspiraba. No, no estaba dispuesto a permitir que lo devolvieran a su época, seguiría estando en su presente-pasado.

Salió al encuentro de sus enemigos y cuando estaba junto a ellos presionó decidido el botón del cinturón de explosivos.

Quedó volatilizado al instante.
Al menos su cuerpo se quedaría allí.
Su espíritu conocería, al fin, el más  auténtico de los mundos, el Paraíso.


Fin

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