lunes, 12 de agosto de 2013

Personajes de carne y hueso



Hace unos cuatro años un conocido me contó una anécdota muy cómica referente a un personaje que él no conoció pero que sus, en aquel momento compañeros de trabajo, le habían explicado con todo lujo de detalles. A mí me pareció tan gracioso el asunto que me inspiró uno de mis relatos cortos de aquel tiempo.

Yo en aquel momento estaba inmerso en una producción febril de relatos, aún no había escrito una novela como mandan los cánones.

El caso es que ayer por la tarde estábamos sentados en la terraza de un bar; mi mujer Montse, mi amigo José Luis y su esposa Mari Carmen, cuando José Luis me dijo: “Ahí tienes a un personaje de tu relato”, señalándome con la mirada a la mesa de al lado, donde dos hombres de más de cincuenta años tomaban unas cervezas acompañadas de alguna tapa. De momento no comprendía lo que me quería decir por lo que traté de interrogarlo para que me diera más pistas. Se me ocurrió que se refería a un relato que escribí por aquella época en el que describía a un personaje que, en una situación parecida a la mía en aquel momento, se entretenía en escuchar la conversación de dos amigos en la mesa de al lado y tomar apuntes para una posterior historia escrita sobre lo que escuchaba. Mi amigo me dijo que no, que mirara bien y me fijara con qué mano sujetaba el vecino de al lado la jarra de cerveza.

No lo podía creer, ¿Era él?, me vino a la cabeza rápidamente el personaje al que se refería: ¡era Contreras vivito y coleando! ¡Mi personaje de carne y hueso ante mis ojos! Aquello me proporcionó una emoción extraña, un desconcierto  rarísimo, ¿qué hacía un personaje literario “mío” a dos metros de mí y físicamente visible? Me pareció como si se hubiera escapado de mi dominio…fugado del lugar en el que, yo su “creador”, le había confinado por obra y gracia de mi pluma e imaginación.

No pude evitar a partir de ese momento observarlo a hurtadillas, tratar de escuchar sus palabras, saber cómo pensaba, se movía o gesticulaba…la sensación era de desconcierto por mi parte, como si hubiera perdido la autoridad sobre él; hablaba palabras propias que yo no había escrito y se comportaba con total y absoluto libre albedrío…esa pérdida de control sobre él me costó entenderla porque no estoy acostumbrado a ver como mis personajes se mueven libremente por ahí, en la vida real, y salen de copas y dicen cosas que no le cuadran, como lo que escuché de sus propios labios para mi mayor desconcierto ya que no encajaba para nada con la personalidad con que yo lo describí en su momento: “ Yo, a lo que más valor le doy en la vida es a los principios, ante todo los principios”, dijo tan pancho a su compañero de mesa.

Me quedé de piedra ante esa declaración y el motivo de mi estupefacción se entenderá fácilmente si se tiene la suficiente paciencia para leer el relato en el que es protagonista y que tiene por título: “A Contreras se le fue la mano”

Aquí el enlace para ir al relato:



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