sábado, 6 de octubre de 2012

Opciones desafortunadas






Son las dos de la mañana cuando un hombre se dirige a su casa después de una pequeña juerga nocturna con amigos. Ha optado por hacerlo por una carretera secundaria que, aunque da algún rodeo, evita el peligro de encontrarse con un control policial a la salida de la autopista. Ha bebido. Va despacio y atento a cualquier signo de alarma en la lejanía; cualquier destello de luz azulada sería motivo para detenerse a tiempo y no ser sometido a la prueba del alcoholímetro.
De pronto, como salido de entre la maleza, aparece un hombre de unos cincuenta años haciendo señas para que se detenga. Comprende que a esas horas y lugar debe tener problemas y requiere ayuda. Tal vez se le haya averiado su vehículo y se encuentre en ese solitario paraje, a la espera de que alguien le acerque a la población más cercana.
Detiene el vehículo y el hombre se le acerca para pedirle que le lleve.
─Suba.
─Buenas noches, muchas gracias, se lo agradezco. Llevo aquí más de una hora y no ha pasado nadie en ese tiempo.
─ ¿Qué le ha ocurrido?
─ El maldito coche, se ha parado un par de kilómetros más atrás y no ha habido manera de ponerlo en marcha de nuevo.
─Perdone, le voy a pedir una cosa─. Dice el chófer.
─Usted dirá.
─Haga el favor de ponerse en mi asiento y conduzca usted por mí.
─ ¿Y eso? ─pregunta el pasajero sorprendido.
─He estado con unos amigos celebrando un encuentro que solemos hacer de vez en cuando y he bebido un poco. Si es tan amable de conducir usted…más que nada por si encontramos algún control de la policía.
─No hay ningún problema. No se preocupe, ya conduciré yo que no he bebido nada. Soy abstemio, ¿sabe?
─Estupendo, me hará un favor.
─ ¡Nada hombre, el favor me lo hace usted a mí por haber parado!
El hombre ocupa el lugar del conductor y este el del copiloto. Luego se ponen en marcha hacia la población más cercana que, casualmente, es el destino de ambos.
No llevan recorrido más de un kilómetro cuando el vehículo queda a un lado de la carretera, frenado en seco y a punto de salirse y caer por un terraplén que da al campo.
El propietario alarmado pregunta qué ocurre.
No hay respuesta. El que conduce está fuertemente aferrado con una mano al volante mientras con la otra se oprime con furia el pecho. Un dolor penetrante le hace quedar con la boca abierta y sus ojos parece que le van a saltar de la cara de un momento a otro. Seguidamente echa la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo del asiento, al tiempo que los brazos caen desmayados hacia abajo.
Está muerto, sorprendido por un infarto fulminante.
El dueño del vehículo intenta que vuelva en sí con gritos desesperados y zarandeos insistentes hasta convencerse de que es inútil, que está muerto.
Desesperado sale del vehículo y anda unos pasos carretera adelante, retrocede y hace lo mismo en dirección contraria con las manos en la cabeza, aturdido y desorientado. No sabe qué hacer, qué pensar. Un miedo terrible le deja en estado de shock, es incapaz de asimilar la situación, tan inesperada como surrealista, que se le ha presentado en tan corto espacio de tiempo. ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Dónde ir?
Sin saber bien porqué entra por la puerta contraria al conductor y agarrando el cuerpo inerte de un brazo lo atrae hasta el asiento con gran esfuerzo. Primero el cuerpo, luego una pierna y después la otra hasta quedar bien posicionado. Se pone al volante y arranca hasta acceder de nuevo a la carretera.
Tiene que pensar y rápido; dejar al pobre hombre en la puerta de un hospital, abandonarlo tumbado en un banco de cualquier plaza, como si durmiera…
De pronto un escalofrío hace que salte sobre el asiento; ha comprendido, a pesar de su aturdimiento, que en cualquier curva puede toparse con el temido control policial y sus problemas se multiplicarían extraordinariamente al descubrirse la carga que lleva. Podrían, incluso, acusarle de haberle provocado el infarto de alguna manera y con cualquiera sabe qué finalidad. Para en seco la marcha y se acerca al arcén para pensar con más calma en la decisión más lógica a tomar.
Permanece allí, a oscuras, el motor parado y tratando de hallar la mejor opción para salir de una vez de la situación tan angustiosa en que se encuentra.
Después de algunos minutos de dudas y opciones descartadas se decide por sacar el cuerpo del desdichado de su vehículo, arrastrarlo por la suave ladera, que hay junto a la carretera, hasta un campo solitario en donde abandonarlo. “Está muerto y ya no puede hacer nada por él, ¡para qué complicarse la vida innecesariamente!, al fin y al cabo no lo conoce de nada”.
Convencido de que es la mejor opción no duda más y lo hace. 
Cuando ha alejado el cuerpo lo suficiente para no ser visto desde la carretera, se le ocurre que es buena idea mirar en su documentación con la intención de llamar anónimamente a su domicilio y decir dónde está el cuerpo. O tal vez a la policía y desde una cabina telefónica para no ser localizado. Le parece que sería un delito muy grave y una falta de ética dejar allí, a merced de cualquier animal que corriera por aquellos campos, el cuerpo del hombre. Tiene que avisar a alguien del hecho y así será retirado lo antes posible. 
Sin darle más vueltas al asunto rebusca en los bolsillos de la americana del cadáver y encuentra su cartera. La abre y comprueba que lleva el DNI. Gira un poco la cartera con intención de que alguna claridad le llegue desde la carretera y poder ver mejor los datos y descubre asustado como sobre el plástico que envuelve el carné de identidad corretean, como luciérnagas traviesas, destellos azulados. Al girarse hacia su espalda ve lo que menos quería ver; un coche patrulla de la policía parado junto a su vehículo y dos agentes observándolo.

2 comentarios:

Lluís dijo...

Almenos no lo multarán por conducir bebido...

Parece que cuando uno está obsesionado en evitar un problema no se dá cuenta que también puede tener otros, y además se suele meter en otros mientras le eviten el primero, viéndolos como un mal menor, y puede hacer cosas que nunca haría en otra situación.

Como dijo Kung Fu: "el pájaro cuando tiene la serpiente delante el miedo hace que quiera ir hacia ella, el precipicio si lo temes te atrae."

Estas sabias palabras que recuerdo de la serie se pueden aplicar al que no quiere que lo vea la policia y acaba yendo él mismo.

¡Saludos!

Rud dijo...

Hola, Andrés
Magnífica historia.
El desconocimiento de ciertos asuntos nos hace cometer errores imperdonables.
Conducir un vehículo en estado de embriaguez es una contravención grave, además, ¿cómo dar una explicación acerca del cadáver fuera del auto?
Sencillamente genial
Cordiales saludos