sábado, 4 de agosto de 2012







El año pasado estuve prácticamente dedicado a terminar mi novela "El Camino de don Fernando". Todo el tiempo libre que me permitía mi trabajo lo ocupaba en documentarme así como idear los siguientes pasos que mis personajes debían andar para llevarlos a buen puerto.  Por fin llegué con ellos hasta la catedral misma de Santiago de Compostela y pude así librarme de labor tan ardua. Puse la palabra Fin el día seis de febrero a las doce y veinte del medio día. 
 Me quedé con una sensación extraña; una especie de vacío a la vez que un sentimiento de liberación. Todo ello acompañado de una desazón; había dejado a un lado por demasiado tiempo mi afición a la lectura. Una vez concluida la novela no me apetecía embarcarme en una nueva aventura literaria, era como si hubiera quedado saturado después de crear 400 páginas de diálogos, situaciones surrealistas, descripciones sin fin...lo vi claro, tenía que recuperar el tiempo perdido leyendo todo lo que tenía en la trastienda aparcado, esos libros que se van dejando durante años porque apetecen otros antes que ellos. 
Me puse manos a la obra el día 14 de Febrero  y hoy 4 de Agosto he podido comprobar todo lo que me estaba perdiendo.Aquí dejo la lista de lo leído en estos meses. La mayoría de sus páginas en el autobús a la ida y a la vuelta de mi trabajo. Algunos autores me han sorprendido muy favorablemente, como por ejemplo Juan Rulfo, John Steibeck o Rudyard Kipling, por su narrativa tan afín a mi gusto personal. Otros como Juan Marsé o Jerzy Kosinski me han aburrido soberanamente pero de todos ellos seguro que he aprendido algo:

Juan Rulfo:   En la madrugada y otros cuentos.
Camilo José Cela:   Café de artistas.
Gonzalo Torrente Ballester:   Los cuadernos de un vate vago.
Juan Marsé:   Los misterios de colores.
Guillermo Cabrera Infante:   Arcadia todas las noches.
Miguel Delibes:   La partida.
Herman Hesse:   En el balneario.
Nadine Gordimer: Los compañeros de Livingstone.
Nadine Gordimer: La historia de mi hijo.
Patricia Highsmith: La coartada perfecta.
John Steibeck: La perla.
Jerzy Kosinski: El ermitaño de la calle 69.
Heinrich Böll: El pan de los años mozos.
Mario Vargas Llosa: Los jefes.
Isaac Asimov: Los propios dioses.
Julio Cortázar: Las armas secretas.
Grahan Green: El tercer hombre.
Gabriel García Márquez: La hojarasca.
Manuel Vázquez Montalbán: Asesinato en Prado del rey.
Truman Capote: Ataúdes de artesanía.
Truman Capote: A sangre fría.
Michel Ende: El espejo en el espejo.
Albert Camús: La peste.
Thomas Man: La muerte en Venecia.
Herta Müller: En tierras bajas.
Rudyard Kipling: Kim.
Gandhi: Política de la no violencia
Martin Luther King: Un sueño de igualdad.
Thoreau: Desobediencia civil y otros escritos.
Lorca: Bodas de sangre.
Paul Lafargue: El derecho a la pereza.
Umberto Eco-Carlo María  Martini: ¿En qué creen los que no creen?
Luigi Pirandello: Seis personajes en busca de autor.
Tomás Moro: Utopía.
Schopenhauer: Los dolores del mundo.
Jesús Caudevilla:
  • Amanecer en el Pacífico.
  • El castigo de un dios llamado ADIS.
  • Y el dios llamado ADIS venció.
  • Alborada.
  • El vuelo de Ícaro.
  • Las cañadas de Achinech.
  • Encuentros en el Sobereign.
  • Un recuerdo azul.
  • Sin mordazas.
  • Soledades y silencios.
  • Los silencios del Papa Luna.
  • Cuarenta y nueve más uno.
  • Así éramos.
  • Calçats Núria 1932-2012.      

Jaime Pérez Álvarez: La carta a Halem:
Bertrand Russell: Elogio de la ociosidad.
Agatha Christie: Diez negritos.
Agatha Christie: El misterioso caso de Styles.
Edgar Allan Poe: Aventuras de Arthur Gordon Pym.
Friedrich Nietzsche: Así habló Zarathustra.
Diderot: Escritos filosóficos.
Esquilo: Tragedias.
Dalai Lama: Hacia la paz interior.
Francisco de Quevedo: Migajas sentenciosas.
Homero: Odisea.
Pablo Neruda: Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
J.G. Ballard: La isla de cemento.

2 comentarios:

Lluís dijo...

¿No dice Ruiz Zafón que en cada libro se esconde un universo encerrado entre sus tapas? He aquí un multiverso, hallado en tu estantería aunque no de un cementerio de libros se trate ;-)

Me imagino que los habrás vivido cada uno con cierta intensidad, pero nada será comparable con la cantidad de sentimientos emanados, la sensación de vivencia en primera persona, el sufrimiento y el gozo que habrás experimentado con la aventura de Don Fernando a lo largo de kilómetros y meses de teclear.

Felicidades por todas esas vivencias.

Anhermart dijo...

Lluís:
Efectivamente, la lectura te enriquece ya que en cada libro encuentras algo que te sorprende o te hace reflexionar. Pero si esa práctica es gratificante no tiene comparación con el proceso de escribir y crear uno mismo su propia historia; personajes, situaciones, diálogos...todo ese universo al que le vas dando forma ,hasta dar por terminado el relato, es algo que se vive con mucha intensidad y que se convierte en un placer cuando te das cuenta que lo has conseguido, que has llegado al final del camino y tienes ante tus ojos un universo creado por tus propias manos.Después puede ocurrir que su lectura por terceros no sea valorada igual, pero para el autor es haber culminado algo que cree valioso, difícil de llevar a cabo y que ha cumplido con un reto auto impuesto, ha logrado un objetivo en su vida.Escribir un libro es un proceso plagado de dificultades pero que a la vez, y superadas una a una, te sumerge en un tiempo de creatividad y actividad mental que te proporciona momentos o vivencias muy especiales.Eso hace que el escritor no deja de escribir nunca. Una vez ha dado el paso de decidirse a hacerlo, se convierte en una adicción, cada vez quieres más, necesitas hacerlo mejor y te esfuerzas en perfeccionarte, lo que te lleva a una actividad mental o intelectual intensa y viva.