viernes, 8 de octubre de 2010

La carta




Siguiendo la rutina diaria, Ángel Gálvez, hombre de cuarenta y cinco años, propietario de comercio y separado desde hace menos de dos meses, antes de subir hasta su vivienda recoge la correspondencia de su buzón.
Es medio día y tiene poco tiempo para prepararse algo de comer. Vive solo.
Una vez en casa deja lo que lleva en las manos sobre la mesa de la cocina y como siempre, y de un rápido vistazo, desecha todo sobre o folleto publicitario tirándolo directamente, y sin abrir, al cubo de la basura.
Una carta llama su atención. Es un sobre blanco donde aparece su nombre y dirección escritos a mano.
No, una vez mirado con más atención y colocadas las lentes para vista cansada, se da cuenta que la correspondencia va destinada a su vecino del segundo segunda, Anselmo García.
Inmediatamente la deposita de nuevo sobre la mesa con el primer propósito en su cabeza de echarla al buzón de su vecino una vez baje para dirigirse a su comercio en turno de tarde.
Toma un recipiente con comida ya descongelada y lo introduce en el microondas.
Vuelve a mirar la carta, se acerca hasta la mesa y la coge con dos dedos de una de sus esquinas para, una vez situada al aire entre sus ojos y un foco del techo de la cocina, tratar de adivinar al trasluz lo que contiene.
Sí, siente una cierta curiosidad morbosa, no puede negarlo.
La deja de nuevo en el lugar que estaba y atiende al pitido del microondas que señala que el contenido del recipiente está listo. Extrae su comida humeante y la lleva hasta la mesa. Toma una cerveza de la nevera y una vez provisto de cubiertos, pan y servilleta comienza a comer un amasijo de macarrones recalentados.
La carta sigue delante de sus ojos, la agarra y apoya sobre la etiqueta del botellín de cerveza. Mira una y otra vez el nombre y apellido del destinatario. Le da la vuelta al sobre y ve que no hay remitente, aunque ya lo sabe de los otros repasos dados. Se entretiene, mientras traga la insípida pasta, en examinar la caligrafía y en hacer cábalas sobre la personalidad del autor de la misma.
“Por el estilo yo diría que se trata de una mujer. Sí, creo que es letra de mujer; redondita, armoniosa, letras muy parejas, sin agresividad en los trazos…¡un momento…!, ¿qué mujer le va a escribir a Anselmo? Desde que vivo aquí hace un par de meses lo he imaginado siempre un solterón rarito…estoy convencido de que es más maricón que un palomo cojo; ¡un pedazo de gay como la copa de un pino! Convencido no, estoy totalmente seguro de que el moñas ese del segundo segunda es mariquita de toda la vida. Nunca lo he visto con mujeres, si acaso con algún que otro “amiguito”, pero con mujeres nunca.
¡Ya lo tengo!; es letra de hombre, pero afeminado. ¡Qué fuerte, seguro que es la declaración de una “loca” del culo amante suya! ¿Y si abro el sobre y leo lo que le dice? Es un delito eso de leer la correspondencia de otra persona pero…¿quién se va a enterar?”
Deja a un lado el tenedor y los macarrones y toma la carta otra vez en sus manos provisto del cuchillo que está a su derecha. Le asalta de nuevo la duda, se siente un intruso de la intimidad de su vecino y eso le agrada tanto que sin vacilar más da una cuchillada al sobre por un extremo y lo abre.
Despliega un folio doblado en cuatro partes. El papel desprende un dulce aroma a flores que le da la confirmación a sus sospechas; sin duda se trata de un gay, esos refinamientos son típicos de ellos. Está a punto de descubrir al amante secreto de su vecino Anselmo, el gay del segundo segunda. Siente una emoción malsana pero satisfactoria. Esa extraña mezcla de sentimientos encontrados le produce un estado de ánimo placentero.
Ansioso por paladear el sabor de su transgresión comienza a leer:
“Mi querido Anselmo, no te imaginas como te extraño en estos dos meses en los que apenas nos hemos visto dos veces por los motivos que tú sabes. El tiempo sin tu compañía se me hace eterno. Te necesito tanto…necesito tus caricias, sentir el roce de tu piel con la mía, tu cuerpo aferrado al mío; desnudos y ardiendo en deseo, amándonos sin reparos, solo dejándonos llevar por el puro placer del sexo. Algo que no había conocido antes de que te presentaras en mi vida de improviso. Solo tú has sabido hacer que me sienta una verdadera mujer. Eres tan viril, tan sensual…¡tan macho! Me parece una eternidad esperar hasta el viernes próximo para tenerte de nuevo entre mis brazos, entre mis piernas.
Te amo con lujuria, te deseo desesperadamente.
Sonia.

PD. Con la cantidad de viviendas en alquiler que hay en toda la ciudad, también es mala suerte que el idiota de Ángel haya ido a caer justo en el piso de encima de donde vives tú. Si lo llego a saber le dejo a él la vivienda cuando nos separamos. Procura por todos los medios no hacer amistad con él, es un personaje muy complicado y podría estropear nuestra relación.
Y lo que es peor; si me retirara la pensión, ¿de qué viviríamos tú y yo hasta que dejemos de ser dos desempleados?

8 comentarios:

Lluís dijo...

Cuanto cinismo y cuanta sinverguenza, que a sobre de hacerle los cuernos lo insulten y vivan de su paga... tenia que ser precisamente el presunto marica, el que estaba a punto de humillar en privado mirando sus correos íntimos y del que no se habia cansado de adjudicarle todo el diccionario de sinónimos de sodomita.

Cachondeo con mala leche, muy marca de la casa, me hacen siempre mucha gracia.

Un abrazo.

Anhermart dijo...

La realidad siempre supera a la ficción. Seguro que hay más de un caso como este por ahí, mejor dicho; conozco uno (que no es de mi entorno familiar ni de amigos)que siendo el propio hermano al que se le había juzgado siempre como mariquita desde niño, se estaba beneficiando a la cuñada desde hacía años. Hoy en día vive con ella y el ex esposo-hermano del sinverguenza-le llama "el innombrable" desde entonces. Por cierto, su propia familia está a favor del traidor y en contra de él.¿Cómo se puede entender esto?, pues es un caso real que conozco.
Incluso me ha confesado-el agredido- en más de una ocasión que sospecha que su único hijo, en realidad sea su sobrino.
La vida nos da sorpresas a cada instante. Piensa siempre más allá de lo que aparentan las cosas y no te sorprenderás tanto cuando se descubra el pastel.
Un abrazo, amigo Lluís.

fonsilleda dijo...

Jajajajajaja.
¡Que ironía y cinismo!.
Me ha encantado esa vuelta de tuerca.
EStupendísimo relato, querido barbero.
Primero el morbo de la curiosidad malsana, luego ya, la total falta de ética, la invasión de una vida que no es la nuestra (quizá por falta de vida propia) y finalmente la bofetada en todo el rostro.
¡Qué bien!.
Bicos.

Anhermart dijo...

Fonsilleda:
Si te soy sincero, en realidad escribo para eso; para escuchar esa risa del comienzo de tu comentario. Si todo lo que hago en la vida me lo agradecieran con risas, estaría suficientemente pagado, sería el mejor salario que pudiera desear.
Besos.

apm dijo...

!Ah, que bueno!, las cosas que pasan por fisgonear... ésta y más, ja,ja,ja,... lo que se dice la primera en la frente (y nunca mejor dicho) ja,ja,ja.
Mi madre contaba un caso de dos hermanas muy finas y muy pias donde el marido compartía a esposa y cuñada, y resulta que el señorito, muy ufano, se jactaba de agenciarse a las dos, hasta que se descubrió que su amada esposa le ponía los cuernos con el portero del edificio y con el maestro del niño... que no quieres caldo, pues ea, dos tazas. Si es que la realidad siempre supera a la ficción, y con creces.

Un besote corazón, uno bien gordísimo

Anhermart dijo...

apm:
Gracias por comentar con tu salero habitual.

Consei dijo...

Después de leer antentamente su relato de humor llego a la conclusión de que es usted un gran conocedor de la naturaleza y debilidades humanas.

Anhermart dijo...

Consei:
Muchas gracias por leer y comentar mi relato.
Saludos.