jueves, 5 de marzo de 2009

En aparente sintonía









Como cada viernes, Jaime y pilar, cuarentones y pareja de hecho, acuden puntuales a su cita en la escuela de baile Paso de danza. Al llegar, y después del cansino ritual de reparto de besos a sus compañeros más conocidos, se introducen en la pista a la espera de que el profesor dé las instrucciones oportunas para comenzar:

—Hoy vamos a avanzar algo más en la coreografía del Pasodoble. Vamos a aprender una nueva figura para que podáis luciros cuando vayáis a una sala de baile. Se trata de lo siguiente —El profesor toma de la mano a su pareja, también profesora, y comienzan a evolucionar por la pista al son de un Pasodoble adornado por la inequívoca voz de Manolo Escobar.
Cuando termina la exhibición se dirige a los alumnos varones invitándoles a posicionarse detrás de él. Las mujeres hacen lo mismo tras la profesora. De esta manera ellos y ellas aprenden el mismo paso individualmente y al unísono.
Después de unos minutos y cuando está claro que todos, ellos y ellas, han asimilado los movimientos, el profesor, que suele llevar la voz cantante, ordena que se coloquen por parejas.
Vuelve a oírse de nuevo la voz del cantante almeriense y cada pareja comienza a su libre albedrío a practicar lo que hasta ahora han ido aprendiendo durante varias semanas, más el añadido del nuevo paso o figura.
Pilar y Jaime comienzan sus movimientos tratando de llevar el ritmo y ahí es donde empieza el conflicto:
—En el Pasodoble, el hombre sale siempre con el pie derecho —Dice Pilar recriminando a Jaime.
—Es lo que he hecho, ya sé que se sale con ese pie —Responde molesto Jaime.
—Entonces, ¿por qué me pisas?
—Te piso porque eres muy lenta en retroceder.
—No soy lenta, has salido con el pie izquierdo, pero no quieres reconocerlo.
—Lo que tú digas —Dice él reprimiendo sus ganas de replicar.
— A mí no me des la razón como a los tontos... ¿Qué haces ahora?
—Te estoy girando, ¿no lo ves?
—¡Pues avísame, si no me avisas del giro yo no puedo adivinar lo que quieres hacer.
—Es que tú tienes que dejarte llevar, ya lo dice el profesor; que en el baile, es el hombre el que dirige y la mujer la que se deja llevar.
—¡Sí, siempre que el hombre sepa llevarte!
—¡Ya estamos! Yo sé llevarte, lo que ocurre es que tú quieres dominar y no te dejas.
—Siempre estamos con la misma tontería. ¡Bien que bailo con Rafa, con José Carlos y con el profesor!
—Con ellos sí porque no opones resistencia, al menor gesto que te hacen reaccionas, pero con la confianza, conmigo no hay manera. ¿Ves? , ahora quería que me dieras la otra mano para alzarte los brazos y hacerte un giro y no me la das.
—Si empezamos así —dice Pilar enrabietada—, me siento y no bailo más.
—Como me amenaces otra vez, como siempre, no vengo más a las clases. Estoy harto de la misma tontería, una y otra vez acabamos igual, sin entendernos.
—Por mí lo dejamos cuando quieras.
—No me tientes que lo digo en serio —Jaime en ese momento la atrae para sí con energía y luego la suelta para que ella gire sobre sí misma dando dos vueltas y quedando frente a él, casi rozando los labios de ambos. Inmediatamente ella se retira y él hace un pase torero para que ella evolucione por uno de sus costados mientra él se mantiene con los pies juntos y clavados al suelo con estampa de matador.
—¿Ves?, no llevamos el ritmo. Ahora creía que íbamos a girar para la izquierda y te vas para el otro lado. Aclárate —la insistencia de ella es mortificante para Jaime.
—Bueno —dice él procurando ser paciente—, vamos a empezar otra vez a ver si conseguimos conjuntarnos porque esto es un desastre.
—Si consigues llevar el paso, y no tropezar conmigo, puede ser que esto parezca un Pasodoble.
—¡Quieres ir para allá! —dice Jaime con los ojos saltándosele de las cuencas.
—¿A dónde?
—¡No ves que me he plantado en pose torera y quiero que vengas a la derecha, recorras unos pasos hasta mi izquierda y luego vuelvas...!
—¿En qué quedamos; derecha o izquierda? —responde Pilar apretando los dientes y tratando de que su voz sea un susurro que no los delate y ponga en evidencia, una vez más ante sus amigos, las diferencias que existen en la pareja en lo referente al baile.
—¡Derecha tuya, izquierda mía!¿Tan difícil es dejar que te dirija? ¡Si con mis manos ya te indico hacia donde ir, joder! ¡No es tan difícil!
—No te pongas borde, que la culpa no es mía.
—Aquí no se trata de quien tiene la culpa, estamos aprendiendo y podemos equivocarnos, pero lo que sí tenemos que tener claro es que esto es repetir, repetir y repetir hasta que salga bien y no parar a la más mínima equivocación del otro y volver a empezar .
—Lo sé, eso no hace falta que me lo digas. Pero lo que no puede ser es que tú vayas por un lado y yo por otro.
—¡Pues déjate, sígueme a mí y ya está! —casi grita Jaime encolerizado.
—¿Y porqué tengo que bailar como a ti te dé la real gana?
—Porque en esto es el hombre el que manda, ¡joder!, no lo he inventado yo; lo dice el profesor. Lo sabe todo el mundo: el baile es machista, el hombre guía, domina, maneja, dirige, manda...la mujer se contonea, se luce, se pavonea...y todo a impulsos de lo que el hombre le vaya conduciendo con sus ordenes gestuales.
—Eso siempre que el hombre sepa hacerlo, claro —Insiste con mala idea Pilar.
—¡A la mierda el baile! —acaba por estallar Jaime.
En ese preciso momento, él, queda clavado, brazos en alto, postura de firmes y mirada desafiante.
Pilar separada a dos palmos, con ambas manos en las caderas y fuego en la mirada.
El profesor se dirige a ellos a pasos acelerados. La pareja espera algún tipo de reprimenda, pero la sorpresa es mayúscula cuando le escuchan decir:
—¡Si señor! ¡Ese es el espíritu! Eso es lo que busco: complicidad, garra, energía, compenetración. Me gusta mucho vuestra actitud. Eso es un Pasodoble bien bailado; con arte torero, con furia española. Estáis en la lista de parejas que saldrán el domingo en la exhibición de fin de curso.
Un inesperado aplauso de los demás compañeros rubrica las palabras del profesor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Andrés,
Molt divertit el ball
Inés

Lluís dijo...

Como sucede en la senda espiritual del budo:

Cuando uno se olvida de la técnica es cuando aparece el espíritu, siempre se encuentran las cosas mientras se estan buscando otras, la meta está en el propio camino, cuanto menos prisa lleves antes llegas, aquel que renuncia ya lo tiene, cuando no se desea la victoria y no se tiene miedo a perder se vence..

Gran sabiduria, Maestro Po.